El Maratón de las Posiciones Sexuales

Vamos a ver… Hoy me levanté con el ánimo de hablar de algo que, sinceramente, todos “decimos conocer” pero que muy pocos se atreven a explorar profundamente: las posiciones sexuales. Sí, esas mismas que todos conocemos de las películas, los memes y las conversaciones de bar. Es curioso cómo todos hablan de ellas como si fueran la clave para un orgasmo galáctico, cuando en realidad, la mayoría de las veces, son un test de resistencia física y de creatividad forzada.

La postura del misionero

Primero, dejemos claro algo: la postura del misionero sigue siendo la opción más popular (y por alguna razón, la menos comentada, como si fuera una vergüenza admitirlo). Pues bien, no hay nada malo en ella, pero después de un par de intentos, empiezas a pensar que tal vez ese «misionero» ya tiene más horas de vuelo que yo en las vacaciones del verano pasado.

En mi experiencia personal, he aprendido a que todo es cuestión de comodidad. ¿Quién necesita complicarse con posturas que parecen sacadas de una clase de yoga avanzada cuando lo único que realmente queremos es relajarnos y disfrutar? A veces, se vuelve un concurso de contorsionismo más que una experiencia placentera. ¿»La vaquera invertida»? Por favor, no me hagas reír. Más bien debería llamarse «el yoga de la vergüenza». Hay posturas que, sinceramente, me hacen preguntarme si el verdadero desafío está en lograr el acto o en no caerse al suelo en el proceso.

Y luego tenemos la famosa “postura 69”. Ah, esa… Una de las más sobrevaloradas. La idea de ser «equilibrado» y “hacerlo todo” suena genial en teoría, pero en la práctica se convierte en una especie de equilibrio imposible donde terminas más pendiente de cómo mantener la posición sin morir asfixiado o sin fracturarte el cuello. Es como intentar hacer una obra de arte mientras te estás dando un masaje y tratando de no resbalarte. “Muy sexy”, claro, si logras aguantar sin caer.

Después está la famosa “cucharita”. La posición que, supuestamente, es la más íntima y tierna. Y es cierto, es tierna… hasta que empiezas a darte cuenta de que la única forma de «avanzar» es convertirte en un móvil de 3 movimientos. Lo peor de todo es que te das cuenta de que no estás en una película erótica, sino en una versión moderna y realista de la película “Yo y mi sombra”. Y lo que parecía una posición cómoda se convierte en un maratón de muñeca. Pero claro, siempre es “tan bonita” cuando se ve en las redes sociales, ¿verdad?

Mujer arriba – la famosa postura del poder.

Y no me olvidemos de la “mujer arriba”, la famosa «postura del poder». Suena genial: ella está en control, tú solo eres un espectador en la primera fila del espectáculo. Pero lo que no te dicen es que, en la práctica, se convierte en “el cansancio instantáneo”. Estás allí, admirando su valentía y concentración, mientras tú te preguntas cuántas series de abdominales has hecho en tu vida para aguantar un minuto más sin que tus piernas se conviertan en gelatina.

En resumen, mi “sabiduría de vida” es que no importa tanto la postura como lo que realmente estás disfrutando. De nada sirve tener 100 posiciones si lo único que acabas sacando de todo eso es una contractura muscular o la sensación de que acabas de pasar por un gimnasio de tortura. Lo que realmente importa es la conexión, el relajo y que, en algún momento, dejes de preocuparte tanto por seguir el guion perfecto y empieces a disfrutar lo que realmente está sucediendo.

Así que, la próxima vez que te pongas a leer sobre nuevas posiciones y te pienses que serás el maestro del Kama Sutra, recuerda: lo único que realmente necesitas es saber cómo divertirte sin terminar con un esguince de cuello.